Intención al crear un EVA.

Para los formadores y acompañantes pedagógicos, es impulsar el aprendizaje y el desarrollo profesional desde el trueque, participación y comunicación alrededor de la formación de acompañantes pedagógicos. No obstante se necesita rememorar que esto va a ser viable en el tamaño que se asuma una cultura de colaboración, o sea, que cada participante logre tener la función de admitir la variedad y la voluntad de compartir el razonamiento y las vivencias. 




Y este se construye con la intención de facilitar la educación pedagógica de los alumnos, ya que su educación es en línea trae mucha facilidad y ventajas hacia el participantes. Este entorno virtual posee características únicas en las que podemos mencionar:

  • No existe necesariamente encuentro presencial, ni siquiera se emplean en todos los casos herramientas visuales y orales para la interacción.
  • Los soportes escritos y/o audiovisuales de presentación del contenido han adquirido una relevancia mayor, priorizando la comunicación escrita frente a la oral.
  • Las actividades de aprendizaje son diseñadas con antelación y de forma autoaplicativa; esto es, necesitan tener explicitadas todas las indicaciones y orientaciones que la mayor parte del alumnado pueda requerir para realizarlas y, en ocasiones, incluso para valorarlas.
  • No existe el grupo de alumnos en la misma forma en la que existe en la enseñanza presencial. No hay presencia física ni sentimiento de pertenencia.
  • El porcentaje de interacción personalizada entre profesor y alumno también se incrementa; incluso cuando se trata de mensajes colectivos que llegan a «mi» correo y los leo individualmente, por lo que los percibo de forma distinta .
  • Mientras que en la enseñanza presencial la figura docente en el aula es la principal interlocutora del alumnado, en los EVA [Entornos Virtuales de Aprendizaje] es habitual que existan otras figuras de referencia en el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje, bien en la coordinación o bien el soporte y apoyo técnico. (Meléndez, 2012, pp. 43-45).

Comentarios